Pero el progresismo entiende la pluralidad como un triángulo
escaleno en lugar de cómo la zona neutral de la disensión entre iguales. Si no
estás con él, estás con la carcunda, con la chusma forrada, aunque en realidad
seas, o lo pretendas, una proletaria ONG unipersonal que socorre al hambriento en vez de clamar contra el
hambre.
El progresismo de cercanías entiende como deserción de clase
lo que es evolución espiritual, de manera que me acusa de abandonar a Líster
en mitad de una despedida de soltero para casarme por lo civil con el general
Moscardó, cuando lo cierto es que sólo tengo querencia por las Bodas de Caná,
cuyo invitado de honor, Jesucristo, no te pide nunca que renuncies a tu cuna. Ni a tus
canciones de cabecera, como Amanda, esa que al caminar, según dejó dicho Víctor
Jara, lo iluminaba todo.