Viene a cuento que Francisco se autodefina como un hombre
normal, que ríe, llora y tiene amigos, para destacar que la santidad precede al
papado. De ahí que tan importante como su previsible visita a España sea su
paso por este país cuando antes de Vicario de Cristo fue uno más entre quienes
se formaban en los jesuitas de Alcalá. De modo que al definirse, el Papa sitúa
la trascendencia no tanto en Roma como en los caminos.
Por explicarlo de otra manera: si Iniesta de mi vida no
hubiera fusilado al meta holandés en la final de Sudáfrica después de elevar el
tiki taka a su máxima expresión tal vez sería un joven jornalero de
Fuentealbilla, buen chico, prudente y tímido, adjetivos que cuadran con el carácter
del centrocampista. Quiero decir que el gol a Stekelenburg en el 116 le ha
hecho célebre, pero no le ha hecho mejor.
Hablaba yo este verano con un jesuita de amplia vida en la Compañía de Jesús,el P. Santiago Bretón SJ de la Gregoriana de Roma. Me decía que lo mejor del Papa es ser párroco llegado a Papa. Meditando estas palabras uno ve la certeza de las mismas. Un pastor que se encarga de la grey del Señor.
ResponderEliminarUn abrazo.