El ejemplo es Juan Pablo II, retrógrado en lo moral y avanzado
en lo social, según la etiqueta roja del laicismo, que obvia que su legado,
preservado por Benedicto XVI, es el que hoy gestiona con acierto Francisco,
quien no ha dudado en canonizar a quien los reaccionarios de izquierdas consideran
de derechas. Junto a Roncalli, a quien, por cierto, la progresía considera uno
de los suyos sin ningún motivo que lo justifique. Salvo que la progresía considere
que bueno es sinónimo de Stalingrado.
lunes, 30 de septiembre de 2013
Habemus santos
El laicismo aprovecha que Juan XXIII y Juan Pablo II no son
los Zipi y Zape del catolicismo para resaltar sus diferencias ahora que van a
ser canonizados juntos. Huelga decir que si el laicismo quiere Pontífices
mellizos es porque para su lograr su objetivo (eclessia delenda est) utiliza
siempre el mismo discurso. De ahí que le cueste trabajo adaptarlo a la
personalidad de cada Papa. Y aunque diga lo contrario le viene mejor atacar al
que defiende el dogma que al que le desconcierta en materia doctrinal porque cree
que es más fácil acertar a cocear una pared que un biombo.
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Lo dicho anteriormente:
ResponderEliminarCada uno a lo suyo. La Iglesia,a proclamar el Evangelio y a reconocer a sus santos y los demás, a mejorar si pueden o quieren o a empeorar. La cosa es así. Un abrazo,Javier.