El éxito del cliché anticatólico entre los propios fieles se
deriva de su simplicidad. Cierto que el cliché es al análisis lo que el
calcetín de nylon al jersey de angora, pero le aventaja en que no hay que
lavarlo a mano y no se arruga. El creyente escéptico considera que para creer
en Dios no hay que hacer ningún esfuerzo, en tanto que para creer en su cuerpo místico
el tronco tiene que demostrar que ha arraigado, la cabeza que está bien
amueblada y las extremidades que hacen camino al andar.
La Iglesia cumple de sobra las tres exigencias, pero el
creyente escéptico ha convertido el estereotipo en dogma porque le conviene, ya
que busca llegar al Padre sin pasar el engorroso trámite de compulsar su fe. Huelga
decir que si el creyente escéptico intenta hablar con Dios sin pasar por la
centralita es porque ha asimilado la idea laica de que orar es un acto íntimo
en vez de un gozo compartido.
La fe es un compromiso con Dios pero se comparte con los demás.
ResponderEliminarEs un gozo pero no puede ser algo escondido. Más bien creo que esos "creyentes escépticos" ven muchas pajas en ojos ajenos y pocas vigas en los propios.
La Iglesia tiene excelentes oftalmólogos(los santos) que curan con el ejemplo.
Un abrazo.