Lo que sale de ahí es un batiburrillo donde cohabitan la grafía inmaculada y la letra de médico. Suplen el
talento con la imaginación porque saben lo fácil que es captar con el reclamo de la Biblia al lector ingenuo, quien se cree muy listo por intuir desde la primera página que un libro que gire sobre el supuesto secreto del
primer misterio acabará como el rosario de la aurora.
Por expoliar para malvender que no quede. Cualquier día de estos un
novelista al uso sustenta un libro en la idea de que el Espíritu Sano es una paloma
mensajera del Kremlin infiltrada en el ejército de Dios. O sacará a la luz las interioridades de la zona VIP del cielo en un texto que desvele que en las grandes ocasiones el coro celestial se hace acompañar por la orquesta Platería.
Es preferible leer historia a chismes y Evangelio a mentiras. Podemos correr el riesgo de darle el valor equivocado a lo que leemos y acabar algo equivocados.
ResponderEliminarS.Lucas es mejor periodista que Don Brown,por supuesto.
Un abrazo,Javier.