Y también la sabiduría. Tras hacer a finales de los noventa
con un amigo el camino de Santiago nos hospedamos en la pensión de una anciana en
Compostela, que propuso lavarnos el montón de ropa sucia por mil pesetas. Aceptamos.
Pero cuando salió de la estancia mi amigo le echó más carga. Le dije que lo
notaría, por vieja y por gallega. Y así fue. Nos cobró dos mil pesetas. Imagino
que mil por mozos y otras mil por simples. De dónde sacarán los laicos la idea de que los viejos son como niños.
La juventud y la fuerza es algo que se cura con el tiempo,Javier. Todos lo experimentamos pero no todos lo viven igual.
ResponderEliminarLa leche de la fe se bebe al principio de la vida,pero la vida precisa de esa leche,con galletas ahora,en la vejez...
(Y quien no se la toma,pasa hambre)
Un abrazo.
Y el hambre no es buena. Un abrazo, amigo.
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