Para el feminismo militante la muerte inducida de más de cien mil
fetos al año no es una alegría, pero sí un daño colateral. Las chicas ultras no brindan con
champán tras cada legrado, pero consideran que el embrión perjudicado no debería de estar ahí,
al modo en que los militares consideran que la población civil no debe
interponerse en línea recta entre las balas cuando hay fuego cruzado.
Con lo que justifica la visita de las preñadas al quirófano para una liposucción de urgencia. Lo que convierte a las
clínicas abortivas en el socio capitalista del feminismo, cuya representante,
Valenciano, acusa también a Red Madre de falsear el expediente académico de las
mujeres que abortan. Dice al respecto que las que más lo hacen son las que mejor
se llevan con la nota media, esas que en el examen de literatura prefieren comentar Bodas de sangre a La nana de la cebolla.
El tema es suficientemente grave,triste y doloroso como para que lo utilicen como bandera de libertad.
ResponderEliminarAyer escuché a varias madres de enfermos mentales llorar por sus hijos,por como cuidarlos,atenderlos,etc. Ellas no los abortarían ahora si pudiesen...Es todo un ejemplo.
Un abrazo.
Lo más grave es que se haya llegado a un punto en esta sociedad, en el que el aborto se considera "un método anticonceptivo más".
ResponderEliminarHace años, incluso los defensores del aborto lo contemplaban como "un último recurso", algo a lo que sólo había que acudir si no quedaba más remedio. De ahí, la ley de 1985, en la que sólo se despenalizaba para los casos de violación, malformaciones graves o peligro para la vida de la madre.
Es decir, se admitía el aborto, pero implícitamente se reconocía que era algo negativo, sólo justificable por la teoría del "mal menor".
Ahora es aún más grave. Ahora se considera al aborto como algo equiparable a tomarse una pastilla o utilizar un preservativo, algo comparable a quitarse un quiste molesto u operarse de apendicitis.
Tremenda la degradación de nuestra sociedad. Da miedo.