Para acabar con el problema, el laicismo propone acabar con el celibato, pero el día a día del hombre del segundo y la vecina del quinto demuestra que la tentación vive abajo, que la carne es débil y la sangre caliente. Salvo, claro está, que sean la carne y la sangre de Cristo, que son las que consumen los sacerdotes para convertir al corazón, multiplicador de afectos, en el único órgano reproductor de su cuerpo.
viernes, 3 de mayo de 2013
Voto de castidad y sufragio universal
La leyenda negra laicista aclara que los curas son pederastas antes que buenos chicos, de modo que mezcla la manzana podrida con la de Eva y el jardín de infancia con el Edén para que desemboque en el de las Delicias. El objetivo es reflejar una Iglesia que le hace la peineta al sexto mandamiento y la higa al voto de castidad, lo que le lleva a cuestionar la abstinencia hasta el punto de pedir que se someta al sufragio universal.
Para acabar con el problema, el laicismo propone acabar con el celibato, pero el día a día del hombre del segundo y la vecina del quinto demuestra que la tentación vive abajo, que la carne es débil y la sangre caliente. Salvo, claro está, que sean la carne y la sangre de Cristo, que son las que consumen los sacerdotes para convertir al corazón, multiplicador de afectos, en el único órgano reproductor de su cuerpo.
Para acabar con el problema, el laicismo propone acabar con el celibato, pero el día a día del hombre del segundo y la vecina del quinto demuestra que la tentación vive abajo, que la carne es débil y la sangre caliente. Salvo, claro está, que sean la carne y la sangre de Cristo, que son las que consumen los sacerdotes para convertir al corazón, multiplicador de afectos, en el único órgano reproductor de su cuerpo.
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Enmendar a los demás,en este caso a los sacerdotes y religiosos, una opción personal es,como poco,atrevido. Ya no saben qué hacer para dinamitar a la Iglesia.
ResponderEliminarMontarían en cólera y en ira estos caballeretes laicistas si los cristianos nos atreviésemos a opinar sobre sus menajes a troi,divorcios a tutiplem y demás llamando a todo ello libertad.
Pues señores míos:por el mismo concepto de libertad,dejen en paz a los cristianos que hagan o hagamos nuestras opciones de celibato,matrimonio fiel,castidad o amor conyugal. Luego vienen y preguntan,pero escuchando la verdad,aunque les duela.
Un abrazo,Javier.
Si nos dejaran en paz, perderían su razón de ser. Un abrazo.
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