¿No querían gestos?: en una semana el Papa Francisco ha pedido protección
jurídica para el embrión humano, que tiene al Espíritu Santo como abogado de oficio, ha denunciado el aburguesamiento de parte de
la cristiandad y ha propuesto a las monjas que eviten la mentalidad de
solteronas y acepten la de madres espirituales.
De una tacada su discurso a
tres bandas combate el aborto, exhorta a los católicos a sustituir el sofá por la
calle y quita la gracia al chiste malo de que las religiosas se casan con Dios
porque no hay dios que se case con ellas. Francisco sabe bien que es el amor en vez del hábito el que hace a la monja, que no es costurera del cielo, de la que se queda para vestir santos, sino esposa del Esposo.
Seguramente estos pasos no son los que el mundo espera del
Papa, pero es que el mundo confunde las parábolas con las ponencias marco, por
lo que interpreta políticamente, y no como es debido, la del grano de mostaza,
la del hijo pródigo y la del buen samaritano. Lo que le lleva a confundir a la
primera con el plan quinquenal agrario, a la segunda con la política de familia
y a la tercera con la alianza de civilizaciones.
El Papa Francisco no es un recién llegado.Su larga vida de jesuita,de sacerdote de una Órden que tiene a Jesús como centro y principio le hace tocar los puntos esenciales para que el Reino de Dios,lejano al de papel couché,se extienda y fructifique: la vida como principio esencial de la obra de Dios.
ResponderEliminarNo entenderlo así es eso,un plan quinquenal de los que suelen fracasar de principio a fin.
Un abrazo,Javier.Buen martes.
Un plan quinquenal soviético, por supuesto, que el laicismo aún añora a Lenin.
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