El gesto amosca al laicismo, que tras aplaudir su elección
observa ahora a Francisco con recelo. Sugiere que la humildad es la piel de
plátano que lanza el Papa para que la opinión pública patine en su apreciación.
A su juicio, Bergoglio convierte la austeridad en estrategia para que la desnudez tape el catálogo de escándalos que atribuyen a la Iglesia quienes consideran que hay poca
diferencia entre un púlpito y un plató de Tele 5.
De modo que la adscripción de Francisco al mensaje evangélico primigenio
es una mala noticia para los que en los medios de comunicación prefieren disparar su munición contra el cliché
de una Iglesia rica que aleja a los menesterosos de los reclinatorios. En cambio, un Papa
que llama personalmente a su dentista para anular la cita les cierra la boca. Lo que explica la mala cara que ponen ya a sus gestos.
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