Asia ha sido víctima, según parece, de una ley finalista que
busca laminar la presencia de cristianos en un país en permanente Lepanto, que al ser el máximo
exponente de la media luna pretende un catolicismo
en cuarto menguante. Sin mucha crítica externa, por cierto. Resulta paradójico
que una mujer perteneciente a una minoría no tenga el apoyo del feminismo
militante. Y resulta curioso que sólo la defienda una institución calificada de
machista por la casta que ahora no ha dicho ni mu. De lo que se deduce que el
silencio también forma parte en ocasiones del doble lenguaje.
Como quiera que el Gobierno se ha brindado a dar asilo político a Asia en
el caso de que la dejen en libertad sin ira se va a
enterar la buena mujer de lo que es blasfemar sin efectos secundarios. En
España, de hecho, no hay santo sin oprobio. El ateísmo, que prefiere la danza de los siete
velos a San Pascual Bailón, se enfrenta a la Iglesia de Santa Bárbara al modo
del capitán Trueno: sus y a ella.
Hay más caridad en un niño que echa 1€ en la bandeja de Cáritas que cien discursos de políticos y de feministas machorras en pro de la cacareada libertad.
ResponderEliminarUn abrazo,Javier.
Se echa de menos su apoyo a esta mujer, desde luego. Un abrazo.
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