El dolor de los pecados es la antítesis del daño colateral
porque la purificación revierte siempre en beneficio del prójimo. De ahí que el Papa haya perdonado al mayordomo
fisgón que se ha mostrado arrepentido de robar documentos confidenciales de Su Santidad.
Adjunta a la absolución le envía una bendición apostólica y un libro de salmos,
lo que permitirá a Paolo, sanada el alma, disfrutar en libertad de las mañanitas que
cantaba el rey David.
Como no cabe mayor bondad, veremos qué dicen los malos. Para
la grey laica esta actitud resulta incomprensible porque viene a ser como si un
banquero de fuste nombrara al
interventor que le estafa consejero delegado de la entidad financiera y le
abriera una cuenta numerada en suiza en vez de la cabeza. Pero es que la grey
laica desconoce la diferencia entre el árbol de la ciencia y el paraíso fiscal.
En el gran teatro del mundo la misericordia no tiene buena
prensa entre los que pierden los papeles cada vez que alguien se sale del
guión laicista. El catolicismo, en cambio, considera que en el renglón torcido, Paolo, está
la clave para entender las sagradas escrituras, por cuanto giran en torno al
mandamiento nuevo. Si para quienes combaten a Dios el bien es un castigo
divino, para quienes lo aman es una consecuencia lógica de sus actos. Lo que
explica que Roma pague a traidores. Con el perdón.
El dolor de los pecados abre el alma a la reconciliación,consigo misma y con los demás.Quienes dicen no pecar no dejan de estar engañados,cerrados al resto y encastillados en un ego falso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es un dolor que sana y que desaparece tras la reconciliación con Dios. Quien no haya experimentado la sanación no sabe lo que se pierde. Un abrazo.
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