El yugo llevadero que propone Jesucristo a los que le siguen
explica el arrinconamiento de fieles que denuncia la Asociación Católica
de Propagandistas. Más que nada porque a su carga ligera responde el laicismo
con una de caballería para que mueran con las botas puestas quienes prefieren
hacerlo con los carmelitas descalzos.
Si en una república bananera predicas que tu reino no es de este mundo lo normal es que, tras preguntarte que dónde vas por ese camino, te
tomen por el nieto de Alfonso XII y acabes en el exilio interior, que es lo
menos que te puede pasar. Seguir la estela del yugo también acarrea flechas, como
atestigua, no José Antonio, sino San Sebastián, o reclusión mayor previa al martirio, según San Pablo.
De lo que se deduce que para el católico la cruz es la cara
que le parten a diario. El catolicismo es desde siempre un deporte de riesgo
no apto para pusilánimes que implica buceo en la pila bautismal, maratón solidaria y carrera continua de obstáculos. No importa, la paga es buena: seguir a Jesús
significa liberar al niño yuntero que todos llevamos dentro para adquirir la
alegría del que estrena zapatos nuevos.
Mi otra hermana(tengo dos,la que hablabámos ayer y esta)dice que "quién no tiene una cruz,se la hace con dos palitos";señalando que al cristiano que acepta su vida con la ayuda del Señor la cruz le pesa igual,pero la lleva mejor y ese es su distintivo.
ResponderEliminarSi Cristo la llevó físicamente,no podemos ser menos,Javier.
Un abrazo.
No llevar la cruz de Cristo es lo que no es llevadero. Un abrazo.
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