La explicación es que tanto don José María como don Luis son católicos, por lo que en la ausencia de pecado llevan la penitencia. Si los que deciden quién pasa a la posteridad cervantina evitan pasar página en esta cuestión es porque entienden que la literatura no es más la hermana redicha de la ideología. Lo que les lleva a pensar que de un escritor creyente no puede esperarse un soneto social porque gasta todas las municiones en salves.
Pues con su pan duro se lo coman. Aunque se van a quedar con las ganas. Ocurre que la buena escritura es la antítesis de la hija de Juan Simón. No hay quien la entierre. Ahí está Quevedo, para quien no hace ni tres décadas un iluminado con pocas luces pidió el destierro de los libros de texto por misógino, misántropo y miserere. La propuesta, claro, no prosperó. Entre otras cosas porque no estaba fundamentada. Hay que tener poca idea para exigir la retirada del polvo enamorado sin esgrimir que eres alérgico al mal de amores.
Pues una frase de don José Mª Pemán es la que repito habitualmente: "Haz el bien aunque no aciertes" y he pasado estupendos momentos viendo las andanzas de "Séneca",protagonizado por Antonio Martelo(qe.e.p.d). De Luis Rosales se puede hablar igualmente bien en la belleza de su poesía.
ResponderEliminarUna pregunta:¿Algunos de estos junteros,saben leer?...
Un abrazo.
Sí que saben, pero tengo la impresión de que lo hacen en una sola dirección.
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