Con papel de fumar

Como con las cosas de mear no se juega, cogérsela con papel de fumar provoca paranoia y tiene efectos secundarios en terceros. Los colectivos que critican la doctrina de la Iglesia en lo concerniente a las relaciones con el mismo sexo utilizan su manía persecutoria como arma arrojadiza. Contra, por ejemplo, el obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Plà, de quien piden la cabeza pensante por considerar que exponer sus ideas en público es una intromisión en la intimidad, ese ámbito en el que, a excepción de Aznar, que habla catalán, se utiliza comunmente el francés o el griego.
Reig no es un cazador de tendencias, pero le otorgan rango de tal por considerar que para referirse a los homosexuales enumeró en una homilía poco menos que las siete diferencias existentes entre la Sagrada Familia y la de Pascual Duarte. Falsedad de falsedades, todo falsedad. Monseñor se limitó a exponer el punto de vista general del clero sobre sexualidad doméstica, lo que le provocó la ira asilvestrada de los que contraponen la ley del embudo a las tablas de la ley.
Si en el día del orgullo se puede decir lo que viene en gana contra la curia, es de soberbios pretender acotar los términos de las homilías alcalaínas a lo que se considera correcto en San Francisco. La Iglesia no gana el concurso de chica de moda desde hace dos milenios precisamente porque no se hace la simpática en este tema. Tiene las cosas claras respecto al matrimonio. Por no marcar los límites otros andan confusos. Hay incluso quien piensa que casarse por poderes te obliga a pasar la noche de bodas con el notario.