Francisco ha proseguido la obra de Benedicto, el Papa grande, para convertir a la Iglesia en la institución de moda, con el prefecto de la doctrina de la fe en el papel de Diego Costa, por lo que el laicismo pide al míster que le sustituya por alguien que se faje menos en los balones divididos. También cuenta con Parolin, que ejerce de Koque Resurrección, para el anuncio de la Parusía, que es la gran final. Yo no digo que sea un milagro, pero lo cierto es que con los mismos mimbres Francisco ha tejido el cesto del que salieron, multiplicados, los panes y los peces.
sábado, 7 de diciembre de 2013
El Papa y el Cholo
Francisco no es el Cholo de la Iglesia, pero lo cierto es que su planteamiento táctico ha revitalizado al clero y desconcertado al laicismo hasta el punto que ya no saca amarilla a la curia con la facilidad de antes, cuando al equipo eclesial le reprochaban su presunto abuso de las faltas para facilitar el repliegue. Ahora ejerce un juego más vistoso, más eficaz, más directo, pero sería injusto obviar lo que Del Bosque debe a Luis Aragonés.
Francisco ha proseguido la obra de Benedicto, el Papa grande, para convertir a la Iglesia en la institución de moda, con el prefecto de la doctrina de la fe en el papel de Diego Costa, por lo que el laicismo pide al míster que le sustituya por alguien que se faje menos en los balones divididos. También cuenta con Parolin, que ejerce de Koque Resurrección, para el anuncio de la Parusía, que es la gran final. Yo no digo que sea un milagro, pero lo cierto es que con los mismos mimbres Francisco ha tejido el cesto del que salieron, multiplicados, los panes y los peces.
Francisco ha proseguido la obra de Benedicto, el Papa grande, para convertir a la Iglesia en la institución de moda, con el prefecto de la doctrina de la fe en el papel de Diego Costa, por lo que el laicismo pide al míster que le sustituya por alguien que se faje menos en los balones divididos. También cuenta con Parolin, que ejerce de Koque Resurrección, para el anuncio de la Parusía, que es la gran final. Yo no digo que sea un milagro, pero lo cierto es que con los mismos mimbres Francisco ha tejido el cesto del que salieron, multiplicados, los panes y los peces.
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Siguiendo con el símil futbolero, los Papas suelen ser buenos jugadores,quizá unos mejores que otros,pero todos aportan su genialidad al equipo y,ya se sabe,cuando el distribuidor de juego funciona,el equipo lo hace a su vez.
ResponderEliminarUn abrazo.