Lo curioso es que todo lo que hace ya lo hacía cuando
pastoreaba almas en Buenos Aires, sin que entonces, cuando era considerado un arzobispo
conservador, la prensa internacional le tributara elogios generales por su
apego a los pobres. Ahora, sin embargo, le tienen por un especie de Lenin rasurado y
creyente que pone en solfa a la Iglesia. No entienden nada. Si Francisco lleva viejos zapatos marrones y gasta
cruz de plata no es por hacerle un feo a los mocasines negros ni el crucifijo
de oro, sino porque es un hombre sencillo de donde crece la pampa.
miércoles, 18 de diciembre de 2013
Desayuno sin diamantes
Francisco comparte el desayuno en su cumpleaños con cuatro
mendigos y, por lo reflejado en determinados medios de comunicación, parece que
acaba de socializar el café con leche. Y así con todo lo que hace. La cuestión
es convertir su día a día en argumento de un Nodo de izquierdas, con Bertolucci
en la realización y el alcalde de Marinaleda al mando de la claqueta. Un día a día
que, por cierto, no tiene nada que ver con el de quienes lo ensalzan, pues para mí que pocos periodistas de los que aplauden se pasan por las Tres mil
viviendas para pagar a los hambrientos una ronda de tostadas.
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Creo que esas personas no olvidarán ese desayuno caliente,ni los receptores de esas tarjetas de teléfono donadas por el Papa tampoco. Lo ideal sería erradicar ya y en instante el dolor y el mal del mundo,pero es imposible totalmente. Lo que sí es posible es escuchar,aliviar el hambre,ser más justos...pero no solamente el Papa,sino todos los hombres. Un abrazo.
ResponderEliminarNadie olvida nunca un desayuno caliente pagado por una mano amiga. Un abrazo.
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