Elena Valenciano y Alberto Ruiz Gallardón han reeditado en
el congreso, a cuenta del anteproyecto de la ley del aborto, el debate entre
París y la cigüeña. Francia,
ya se sabe, no quiere ser el país de origen de la procreación, pero la cigüeña
insiste en abrevar en el Sena entre carga y descarga. De ahí el conflicto, que,
aunque se lleve a cabo en el ámbito político, no es ideológico. O no debería de
serlo, aunque ahora que Rajoy ha dicho que hay que puntos que mejorar en la ley
es previsible que todo vaya a peor.
En este debate habría que darle voz a la placenta, que no es
tierra de nadie, sino la zona cero de la vida, pero en lugar de ponerse en el
lugar del niño Elena Valenciano, experta en Pisuerga, aprovecha la ocasión para
pedirle al ministro de Justicia que en lugar de cercenar la libertad de la
mujer impida los crímenes machistas. Parece una argumentación absurda, pero
tiene su lógica porque, sin quererlo, establece un vínculo entre los débiles.
Habrá que preguntarle a la dirigente socialista qué diferencia hay entre la
maté porque era mía y el derecho a decidir.
Ni entiendo ni entenderé que la vida humana se pueda ver metida en un tira y afloja entre partidos. Me viene a la mente la imagen de Jesús dando zurriagazos a los mercaderes a la entrada del Templo...
ResponderEliminarUn abrazo.
Nosotros, a lo nuestro. A defender la vida. Un abrazo y buen día.
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