La revolución cultural laicista propone cortar el pelo al
cero para unificar la mentalidad del hombre nuevo. Esto es, apuesta por la
igualdad de criterio, no como derecho, sino como obligación, cuando es la
desigualdad la que libera, pues la libertad no es un servicio básico sino una
opción individual, lo que explica que el perro abandonado ponga cara de ladraré
para ti a cualquiera con el que se cruce, en tanto que el hombre busque siempre
escapar de la tiranía de las correas.
El laicismo considera que la oveja churra tiene el mismo derecho
a pacer que la merina, y es cierto, pero pretende además que den la misma leche
y eso es equiparar la desnatada al calostro. El fracaso de la doctrina literaria laica
estriba precisamente en la creencia errónea de que los hombres buscan la
uniformidad, por lo que, en consecuencia, el éxito del Evangelio consiste en que aclara a cada uno lo personal que
es el encuentro.
Querer enmendar el poso histórico,poético,teológico,sapiencial y espiritual de la palabra de Dios es como ordenar por decreto que todos los campos den trigo y que además sea a colores.
ResponderEliminarCuando el hombre se encuentra con Dios,lo percibe y decide seguirlo su vida,sea la que sea,experimenta algo que ninguna ideología puede superar ni siquiera igualar porque ese ser humano ha experimentado el bien en su corazón y eso sí que deja huella.
Un abrazo.