Tal vez el presidente del Gobierno crea que el producto resultante de comparar dos cantidades contrapuestas de manifestantes (60.000, según la policía, y 1,4 millones, según la organización) es cero. Y en función a esa lógica arrincone para siempre la ley que ató Gallardón y desató la sociología, el nudo corredizo de don Alberto, que es el diputado que mejor ha captado el progresismo de la placenta y peor el conservadurismo de su propia especie.
Gallardón, al que todos le suponían capacidad para la conjura, ha interpretado mal el papel de Bruto, pero se retira con los cuchillos limpios. En cuanto a Rajoy, es posible que sea una variante astuta de Julio César, pero no hay ningún honor en salvar la vida política a costa de que muchos la pierdan antes de matricularse en primero de tacatá. Puede que la decisión le reporte votos, pero, desde un planteamiento ético, no hay color entre el soniquete cansino de Arriola y la dulce anarquía del sonajero.
Roma no paga a traidores...
ResponderEliminarDebería tenerlo en cuenta Rajoy. Muchos españoles no vamos a dejar pasar su traición. Un abrazo.
Y aunque la dejaran, se equivoca. Un abrazo.
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