Cristina ha optado por desairar a Mario Poli al no asistir
al Tedeum en la Catedral argentina a pesar de la petición expresa de arzobispo.
Tal vez porque el prelado tiene, como Francisco, la manía de decir las cosas
claras, lo que le convierte en un bocazas, que es el título que otorga el poder
terrenal a cualquiera que no se muerda la lengua.
Frente a esta actitud contrasta la del presidente de
Uruguay, ateo practicante, que será recibido por el Papa, con quien, además de
la humildad, comparte la afición al tango y al mate, que en idioma rioplatense
no es manzanilla pampera sino café de los muy cafeteros. Además, ambos, el Papa
y el ex guerrillero, son hombres sencillos. Así que el encuentro no es que sea
normal, es que es lógico. Ya dijo Jesús que no había bajado a la tierra en
visita de cortesía, sino a buscar el retorno de los pecadores. Cristo jamás
habría conferido a Tirofijo rango de bala perdida.